El radón

El radón

Es un gas radiactivo de origen natural. Es un gas noble, por lo tanto inerte (no reacciona con otros elementos químicos), incoloro, inodoro e insípido, que forma parte de la cadena radiactiva de origen natural del Uranio y en menor medida del Torio. Los isótopos del radón son el 222Rn, radón-222, producto de desintegración del uranio, y el torón (220Rn, radón-220) y p actinón (219Rn, radón-219), productos de la desintegración de él uranio y él torio. Desde el punto de vista epidemiológico y de salud pública, el radón-222, a partir de ahora radón, es el más relevante, pues comprende un 80% de todo el radón en la naturaleza.

Fuentes principales

El radón emana de rocas y suelos y pasa al aire, donde se desintegra y emite otras partículas radiactivas. Al aire libre, el radón se diluye rápidamente hasta alcanzar concentraciones muy bajas y no suene ser peligroso salvo situaciones anticiclónicas donde la altura de mezcla disminuye considerablemente. Su concentración media en el aire libre varia de 5 Bq/m3 a 15 Bq/m3. La concentración depende de su naturaleza y composición. En los suelos graníticos y muy fracturados, por ejemplo, la emanación de radón se da con más facilidad que otros suelos impermeables.

Referencia legislativa y acuerdos internacionales

La Directiva 2013/59/Euratom del Consejo, de 5 de diciembre de 2013, por la que se establecen norma de seguridad básicas para la protección contra los peligros derivados de la exposición a radiaciones ionizantes, obliga los Estados Miembros a establecer niveles nacionales de referencia para las concentraciones de radón en recintos cerrados y adoptar medidas adecuadas para limitar la penetración del radón en los edificios. Indicara que los niveles de referencia para el medio anual de concentración de actividad en el aire no superará los 300 Bq/m3, que equivalen aproximadamente a 10 mSV anuales según cálculos de la Comisión Internacional de Protección Radiológica, a menos que este justificado por las circunstancias existentes a nivel nacional.

En España, para la transposición parcial de esta Directiva, mediante el Real Decreto 732/2019, de 20 de diciembre, por lo que se modifica y aprueba el nuevo Código Técnico de Edificación, CTE, introduxéronse una serie de cambios, entre ellos, el texto propuesto para el nuevo CTE HS6 Protección Gas radón, donde se introduce una nueva exigencia básica de salubridad HS6, de protección frente al gas radón, por el cual obligara la que, en los edificios sitios en los términos municipales en los que se apreció un nivel de riesgo no depreciable, se dispongan los medios adecuados para limitar el riesgo previsible de exposición inadecuada en su interior, a radón procedente del terreno.

Calidad del aire interior

Los dos factores que influirán de forma más relevante en la concentración del radón en interiores son: el contenido en radón en subsuelo y la roca madre, y el grado de aislamiento del subsuelo. Es decir, la composición del suelo debajo y alrededor del edificio y la facilidad con la que el radón migra cara el edificio.

Tal como se muestra en la figura, el radón penetra en los edificios por la difusión o advección, desde el subsuelo (donde se encuentra en concentraciones típicamente de varios miles de Bq/m3) y acumulara progresivamente sino existen medidas de mitigación o ventilación adecuada. Como la presión interior de los edificios es habitualmente menor que presión del subsuelo sobre la que se asienta el edificio, este ejerce un efecto de vacío que atrae al radón del subsuelo cara el interior.

 

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El radón penetra en los interiores por múltiples lugares, siendo algunas vías de penetración más importantes que otras. Estas vías son: fendlas en paredes y muros bajo el nivel de subsuelo, espacios alrededor de las canalizaciones, fisuras en la placa o porosidad de los materiales, juntas de construcción, materiales de construcción, agua corriente, gas, aportaciones de exterior y desagües.

La principal vía de penetración debiera a la filtración desde lo terreno a través de fendlas y fisuras del inmueble en el sótano sí se dispone de él, penetrando desde las rocas del subsuelo por difusión cara el interior del edificio.

Otra fuente de radón en el interior puede ser la emanación de los propios materiales de construcción del edificio que no suene superar el 20% de la concentración del radón interior, aun que hay una gran variabilidad.

Efectos en la salud

El radón fue declarado carcinóxeno humano por la Agencia de Protección Ambiental Norteamericana (EPA) en 1987 y por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) en 1988.

Existen numerosos estudios que demuestran de modo contundente que el radón causa un número sustancial de casos de cáncer de pulmón en la población general, y también sugieren que no es posible descartar un aumento del riesgo de cáncer de pulmón incluso por debajo de 200 Bq/m3.

Según datos de la OMS, el radón ejerce un efecto sinérxico con el tabaco en el riesgo de desarrollar un cáncer de pulmón. Estos datos muestran que para cualquier nivel de exposición al radón, el riesgo absoluto para los fumadores es mucho mayor que para las personas que nunca fumaron y para los ex-fumadores.

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